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May 19, 2022
Hoy, en el Día Mundial del Reciclaje, te compartimos una de las principales preguntas que se plantean desde la economía circular: ¿es el reciclaje realmente la solución a la creciente problemática de residuos?
Es necesario repreguntarnos el rol del reciclaje como única solución disponible y ampliar la mirada a otras estrategias innovadoras y regenerativas, construyendo una responsabilidad compartida entre todos los actores que forman parte de la cadena de materiales: productores, consumidores y estado.
En América Latina y el Caribe se generan diariamente 541 mil toneladas de residuos municipales, y se espera que esta cifra aumente en un 25% para 2050 si continuamos con el modelo actual de producción lineal (extraer, producir, consumir, tirar). De estos residuos generados, menos del 1% es convertido en recursos mediante operaciones de compostaje, incineración o biodigestión y sólo el 4,5% es reciclado (1). De acuerdo al PNUMA, para mantener los estilos de vida actuales, en 2050 (9.600 millones de habitantes) será necesario el equivalente a casi tres planetas(2) para satisfacer las necesidades de extracción de recursos y tratamiento de residuos.
Para hacer frente a este problema creciente, a nivel mundial se vienen desarrollando e implementando diversas políticas e iniciativas, que incluyen desde prohibiciones de determinados productos (como por ejemplo plásticos de un único uso), desarrollo de normas técnicas e incentivos económicos para el ecodiseño, aumento de canales de comunicación claros hacia el consumidor, metas crecientes de recuperación de materiales, entre otras. Estas políticas se alinean con el principio de Responsabilidad Extendida del Productor (REP), que consiste en “un principio político para promover mejoras ambientales para ciclos de vida completos de los productos al extender las responsabilidades de los fabricantes del producto a varias fases del ciclo total de su vida útil, y especialmente a su recuperación, reciclaje y disposición final. La REP es implementada a través de instrumentos políticos administrativos, económicos e informativos.”(3)
Lo innovador de este principio es que pone el foco en el ciclo de vida completo de los productos, obligando a los productores, fabricantes e importadores a hacerse responsables por los materiales que introducen en el mercado(4) y por el financiamiento de la logística reversa y las cadenas de reciclado que intervienen en su recuperación y reciclaje, promoviendo así la circularidad de los materiales. Estos nuevos escenarios regulatorios requieren el trabajo conjunto de todos los actores: los Estados deben lograr ciudades inclusivas, resilientes y sostenibles; y las empresas deben garantizar modalidades de consumo y producción más sostenibles.
Los países que incorporan la REP a su estructura normativa logran incrementar significativamente las tasas de recuperación de materiales reciclables a la vez que incentivan a las industrias a buscar soluciones más sustentables a través de la innovación y el ecodiseño.
Diseñemos una estrategia a medida
En Latinoamérica se han sancionado este tipo de regulaciones, de manera total, parcial o sectorizada en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador y Uruguay. Sean del tipo que sean, recién están comenzando a funcionar y tienen muchos desafíos por delante: la informalidad y marginalidad del sector que trabaja en la recuperación de residuos, el alcance limitado de los productos regulados (principalmente envases y empaques), la baja capacidad de las cadenas de reciclaje que aumentan su procesamiento de manera gradual y la ausencia de metas claras e instrumentos que lo beneficien.
Hoy, sabemos que no es suficiente abordar el problema de los residuos desde el reciclaje, sino que es necesario pensar en políticas y planes de acción que reduzcan el consumo de recursos y permitan recuperar y reinsertar los materiales en una nueva cadena productiva. En este contexto, las distintas organizaciones deben utilizar su poder innovador para diseñar soluciones que puedan inspirar y motivar a las personas a elegir estilos de vida más sostenibles, reduciendo los impactos ambientales y aumentando el bienestar.
¿Sabías que el 80% del impacto que un producto o servicio se determina en su fase de diseño?
Desde Kolibri acompañamos a empresas, organismos multilaterales y gobiernos a desarrollar estrategias de negocio con impacto ambiental positivo. Uno de los focos son las estrategias “cero residuo”, que permiten extender la mirada, potenciar el valor de los recursos materiales al ubicarlos en el lugar adecuado de la cadena y priorizar la justicia social y ambiental.
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